lunes, 9 de julio de 2007

Fiestas de miniteca en apartamentos


Recuerdo con mucha nostalgia las fiestas con la miniteca en los apartamentos del edificio. Antes de los grandes salones de fiesta, los glamorosos clubes caraqueños (el Centro Portugués o la Casa Italia eran la consagración) y el Poliedro (el cual era la consagración total), las fiestas de apartamento eran, por decir lo menos, la gloria de un "disc jockey" en ciernes.
Primero era un ambiente distinto. Casi siempre la cumpleañera o el cumpleañero eran "altos panas" y la solidaridad o la camaradería era una constante en la fiesta, incluso desde mucho antes cuando en la mañana llevábamos "el mueble", los platos, las cavas de discos y las cornetas.
Sólo los "altos panas" comenzábamos la fiesta desde temprano y cuando empezaba la verdadera rumba aún estábamos en shorts y casi siempre borrachos.
Mezclábamos la música que más nos gustaba e improvisábamos...
No existía el estrés de la monumentalidad de los equipos que después nos angustiaría, en cuanto a la calidad y, sobre todo, la cantidad del sonido. La cantidad de cornetas era lo de menos (cuando todo se convirtió en negocio se perdió mucha de la magia). Dos monitores de buena marca bastaban para llenar la pequeña sala del apartamento.
La mamá del cumpleañero o la cumpleañera casi siempre también era una "altísima pana". Tanto, que se atrevía a meter a ese "pocos de locos por la música" en su casa, quienes además (¡abusadores!) se traían a sus propios amigos y amigas (o amiguitas).
En conjunto, los invitados de la familia y los invitados de los "minitecos", hacían mucho más pequeño el recinto, pero también más sabrosa la fiesta.
Y las mezclas... Sólo las fiestas de apartamento eran las ocasiones propicias para "sorprender" con nuevas mezclas a los más panas. Como era un sitio cerrado y todos eran íntimos, se podía incluso corregir, volver a hacer la mezcla, preguntarles qué les pareció y consultar si querían oírla de nuevo. Todo un desorden musical.
Por último, aunque los apartamentos de edificio caraqueño (como ahora) eran muy pequeños, éstos eran un mundo, un universo, en donde podía ocurrir cualquier cosa además de la música, el baile, la mezcla y el alcohol. Por ejemplo, la cocina era un lugar de encuentro, un sitio de curda, comida y otras apetencias. Y cuando "los papás" no estaban, los "cuartos" (las habitaciones) eran lugares de especial magia, en los que podían ocurrir tantas cosas como urgencias tenían los curiosos e insaciables adolescentes que llenaban el recinto.
Recuerdo con nostalgia, pero también con mucha felicidad, las fiestas en casa de Pedrito "Lamour", Eduardo "El Sapo", "El Gordo" Claudio, Humberto "Tito", Franco "El Chileno", Federico "Cotufa", Goyito, Luis "El Punk", Lorena, Loryi, Karol, Jemina, Jilka, Oswaldo "Pata de Palo", Trino, Paul "El Libanés" y tantos otros panas que ingenuamente prestaron sus hogares para hacernos (con música y curda) quienes de alguna forma somos hoy.